LOS TESTIMONIOS

Un mar de plumas como testimonio de un zumbar de cabezas
Líquidas y multiformes y cabezas videntes
Cabezas alcohólicas renacen como collares
De ilusión perfecta en grabado de droga
Y se dan al caminó con cabezas de murciélago
Donde aparece y vuelve a aparecer
Cabezas cúbicas
Con coches que consultan su propia fuerza
Interrogante
Su raíz sin sentidos
Su espejo sin edad
Con más telarañas que un relámpago tatuado
Que un pez bordado en la prisión frontal
Y con las gaviotas masticadas por un libro de hule
Sin tener lugar para beber el mármol provisorio
Cuando sale de aquí con toda prisa
Igual a una mujer apenas vestida apenas sonriente
En un tattersall que hace humear los relojes
Con furia de desierto
Y ahí pelea una gaviota negra con una gaviota blanca
Repartidoras de cabelleras de una llamarada
O para los insectos de las mamparas de vapor
Que ahora producen tantos casos de éxtasis
Si ellas se alejan para aclimatarse en los sentidos
En ojos pulverizables gracias alrededor
De ojos llenos de dientes que mastican sus lobos
Hechos oblicuos lobos para destellos de alma
Y espadas de imanes para una organización de sus castillos
Y para una alabanza de su alquitrán de viento
Que nosotros preferimos en el orbe de otras antigüedades.

 

De El mundo y su doble, Ediciones Mandrágora, Santiago, Chile, 1940.