EL JUEGO DE LA LUZ    
 
     Momentáneamente la luz busca asociaciones bizarras con los objetos de este parque. Ella concede su imagen múltiple a los trozos del espejo. A las monedas de oro les concede el tesoro pretérito de la infancia. Y a los pañuelos de batista, el resumen de la despedida.
     Poseída por su propio vértigo, la luz exclama:
     -¡Luz, más luz!
     La luz se introduce en el parque como una estocada. Choca con los árboles. Provoca un ligero desequilibrio en la imaginación de las gaviotas y adelanta ligeramente su noche hacia el sol del reloj.
     Estamos en la mañana de un bello día domingo. El mar, no lejano, nos trae el aroma del eucaliptus y de la ñipa. El mar grita con garganta salina; sueña con la exactitud de un amante.
     Ella y yo. Nosotros comparamos el axioma encantado del juego de la luz (y para que este juego de la luz sea valedero tiene que jugarse de noche). En la noche más negra que se pueda conseguir, en la noche de este parque, nosotros (interiorizados) trazamos un círculo combustible, en, el centro del cual, una vez que las llamas se alcen por todas partes, nosotros dos estamos reunidos. De pronto ella hablará rápida, incoherentemente (y su incoherencia es relativa). Ella expresará el destino. En seguida avanzará hacia la línea de fuego. Pronto las llamas consumirán sus vestidos. Ella llevará su mano izquierda al rostro, atravesará el círculo llameante y se perderá en la noche.
     Ella, lo sabemos, marcha en línea recta, volando casi, hacia el mar que la atrae. Ella está ausente, está interiorizada. Marchará para siempre, atravesará los mares, los espejos.
     A mi vez yo atravieso el círculo, obediente a una orden misteriosa y encantadora. Pronto de nosotros no quedará nada. Es decir, sí, quedará el recuerdo de este amor vivido, una ráfaga, un éxtasis, y acaso algunas lágrimas.
     El juego de la luz.
     De tarde en tarde lo jugamos para encontrarnos en la vida, en los sueños, en las tinieblas de la memoria. Yo grito entonces:
     -Eurídice, Eurídice.
     En la etimología de nuestro juego, estas palabras significan:
     -Eureka, Eureka.

 

De Poemas: 1934-1959, Ediciones Mandrágora, Santiago, Chile, 1959, 147 p.