ENRIQUE GÓMEZ-CORREA
 
Feroz ser opacado por puro gusto,
endemoniado, mientras se entregaba a registrar el jardín,
como otros se dedican a registrar roperos,
él mismo, por propio gusto, se incrustaba en la hoguera,
para lucir mejor su camisa de plomo.
 
Llamaba a la mandrágora para que se viera mejor el tiempo yerto,
absorto se encontraba por un día de viento,
absorto se encontraba encima de la colina,
absorto mientras gritaban las bañistas a lo lejos,
absorto por las olas que inclinan la cabeza,
en señal que no pueden dar con la adivinanza,
absorto por la fiebre presurosa, por aquella que entrega su lengua al gato de pacotilla.

 

De Memorándum mandrágora, Revista Atenea, N°452. Universidad de Concepción, 1985.