PARABIENES
 
XLIII
 
En esta paloma de cuya duración depende el cielo
Esta flor visible que se emplea para teñir el milagro
Y para dar el frío al dormido su intocable grupo
El viento descifrado compuesto de seis luces
El agua malherida buscando la cuna o la muerte
Yo reposo en esta tempestad que tiene un solo quehacer
El amor que se baña en su espejo estéril
Y en su pecho de vida halla su descanso
O el silencio de cuya familia proviene la sirena irresponsable
Mis ojos que reviven gracias a sus peligros
En la velocidad que ya tiene cabellos azules
El cisne que es la mejor página en blanco
Y para proveerse de experiencia nada en tu corazón
Se aprovecha de las máximas latinas
Se arrebolan sus mejillas en el sueño por lo que sueña
Estoy oyendo en el paseo las conversaciones de la luz por la muerte
Es decir estoy oyendo el zumbido de las abejas
Su insospechado olvido que se deba mantener
Y prohibir cercar con hierros la soledad mayor
El silencio inconfundible de la vida que trabaja
El oído percibe estos llamamientos estos rumores
Me reconforta el amor asciendo en su compañía de vidente
Ella cierra los ojos lo hace para perderse en la lentitud
 
Expatriado de su espejo vivo rápidamente
Resuena la voz del espejo que le llama dormido
Fuego para nadar el impaciente
La flor que exhala su amor sin lamentarlo
Amistad de mi auxilio con la nieve que resguarda el amor
Papel marítimo acompañado de tantas jóvenes
El uso despiadado del recuerdo para mirar
Pido a mis ojos que abatan fríamente la vida sin volver
Mojado en sangre el árbol cuya hacha mantiene
Mis ojos de pie concedidos al recuerdo avizores
Restituir yo te hablo sonriente vives en el desierto que es tu boca
Contrario a la luz de la lámpara la muerte pone de manifiesto
Su número de amigos que es tu corazón
Impiden que cuenten con un asilo cuya piel tranquila
Sea agua ya o alfombra de fuego
Encantadas distantes yo concedo
Diademas yo concedo recuerdos sin salirme de mis ojos
Para que recupere mi espejo o mi equilibrio
Miradme bien silencio alejado de su mar.
 
 
 
XLIV
 
Sus ojos me venían de todas partes
Como la sombra más pura de una rosa más pura y más digna
Disponen de mis sueños a su antojo
Mi corazón le entrega su vacío que anhelan
Mi océano desarmado como un juguete
Pasan las golondrinas que vienen del insomnio
Heridas de muerte por el relámpago azucarado
Luciendo sus pies ardientes rosas
Pasa formada su cabeza de alondra
Salen de su corpiño profusiones de ángeles
Mientras permanece callada y es una joven
La muerte de olvidados inútiles.
 
O mi sueño que solamente vive bajo el sueño
Despierto las cornetas se encargan de alegrarlo
Los helechos se encargan de refrescar su alma
Dándome a elegir entre un viento o un ángel
Ese ángel que está sobre el nivel del mar.
 
Despojar su cintura de todo recuerdo
De su sombra necesaria a cierto terciopelo
A cierta alfombra de espinas en la tarde
Un galeón que navega merced a crueles cantos
Sin distraerse sin hallar mi tesoro
Si el cielo es un vestido o si es tierra firme
Venid moved el cielo en todas direcciones
Para que las ondinas no se enteren
Yo paso por el cielo informado de cual es mi amor
Yo vengo me desoriento atadme a un caída
Volad como ella al día de una sola persona
Y el fantasma de plomo tiene sus propios sueños
Luminosos como el vestido de marfil de la reina
Sueños dejados en custodia mientras aquí estoy.

 

De Total. Número 1. Santiago, Chile. Director: Vicente Huidobro. Verano de 1936.